martes, diciembre 23, 2008

Clementina Silva Henríquez

Santiago de Chile 27 de Diciembre de 2007
Querida Nany, ves todos los que te vienen a ver…
Seguro después vas a decir; no me he muerto todavía; vean que aún estoy viva.
Cuando veníamos a Santiago de chicos… la mamá venia todo el camino advirtiéndonos de lo bien que teníamos que portarnos, porque íbamos a pasar a la casa de la Nana, en los pescadores, la casa del Cardenal, persona semi oculta, a la que normalmente llegábamos por travesura, se suponía no debíamos ir a molestarlo, pero nosotros subíamos igual, porque Él nos recibía de todos modos, y nos daba chocolates. De la Nany en ese tiempo, me acuerdo una señora muy cariñosa, que siempre tenia algo rico para darnos, en una casa con una pajarera muy grande, y en la que nunca nos portamos tan bien como debíamos, pero a la que igual nos traían, después de un tiempo. Que era ella quien llegaba como viejo pascuero lo vine a saber de bien grande, y la verdad ni me sorprendió tanto.
Fue siempre a través de mi mamá que llegue a la Nany, así que paso de ser la abuela de mi madre a ser también la mía, y a volvernos amigos. No me di cuenta de cuando nos empezamos a hablar con una franqueza tremenda, y en un minuto me volví uno de los que podía llegar a contrariar a la Nany. Mocoso insolente deberían decirme, pero es que de un minuto para otro éramos verdaderos amigos. Debo aclarar que eso tenia sus privilegios y sus deberes, y no siempre fui lo que debería haber sido, es que era muy difícil debo decir estar a la altura de las circunstancias.
Cuando entré a la universidad a estudiar filosofía, ella un día me dijo, bueno y que vas a hacer después, no sé le dije yo, siendo bien honesto y sabiendo que no era la respuesta más correcta, ella me dijo bueno te puedes comprar un campo, ir a trabajarlo y formar una familia… lo que a mi me causo mucha gracia, Nany, de donde quiere que saque para comprar un campo… A bueno, yo te voy a ayudar a vender filos en las esquinas.
Lo que ocurre, y es muy fácil decirlo, pero quiero contarles que cuando uno estaba cerca de ella lo experimentaba, de una forma, en que lamento mucho decir es imposible de transmitir. La vivencia de estar y compartir con una persona, para quien no existía el imposible. Ella era como una fuerza de la naturaleza, absolutamente ingobernable, que se desataba cada día, intranquila hacia un objetivo, en el cual ella se veía como verdadero instrumento, para doblegar un destino en una causa que le parecía justa y de Dios. Entonces todos a su alrededor exclamaban pero Nany, y ella arremetía. Tengo susto de pensar de un Huracán que se llame Clementina.
Había en ella una fuerza mística, una explosión vital, que no veía la montaña contra la que los demás nos estrellábamos. Pienso en “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” La Nany tenia vida en abundancia, era capaz de irradiarla, de entender que no había minuto que desaprovechar, que no hay mejor tiempo para emprender que el ahora. Ella no tenía minuto que perder y fue así como vivió la vida a concho. Para mi era muy impresionante escuchar los cientos de anécdotas de viajes y empresas de la Nana, me pregunto si Magallanes habrá estado a su altura, en un espíritu de aventura y emprendimiento. Era llegar a su departamento, y en un dos por tres, sacar un telón, un proyector y ponernos a ver juntos las películas que tenia guardadas, y que había capturado con su cámara super ocho en los años setenta, y si tienes un minuto porque no me ayudas con el computador. Porque ella no se si todos saben a los noventa supero la brecha digital, tenia e-mail Messenger, apuesto que más de alguno aquí ni sabe lo que es, pero para ella se volvió cotidiano.
Porque siempre fue joven, ella era capaz de ver los signos de los tiempos, de tomar lo mejor de la modernidad, del siglo en el que vive y aprovecharlo lo mejor posible, pero con una sencillez franciscana, que le aportaba una capacidad de desprendimiento. En ningún minuto cayo en ingenuidad, siempre consiente de sus posibilidades le saco el jugo a sus capacidades y talentos, tomaba con fuerza de cada uno de nosotros todo lo que podíamos darle en ayuda y emprendía.
La Nana, debe dejarnos hoy, un poco de su alegría, creo que es en ese recuerdo en el que ella se mantiene más viva que nunca.
Adiós.