No es lo que quiero ocultar, es lo que no quiero mostrar.
Se imponen subterraneamente conductas de transparencia, la barrera entre lo público y lo privado desaparece cuando el criterio de la autopromoción es el que impera. Vivir sometido al escrutinio de todos en la nueva sociedad de la transparencia.Todo debe saberse, todo se hace público de algún modo, por una mal entendida generosidad de "compartir" por un deseo profundo de autopromosión de volverse interesante para otros.
Pero qué hay de lo que no se quiere mostrar, las opacidades propias de la intimidad. El legítimo reino interior de pensamientos que no debieran ser escuchados, de deseos escondidos o simplemente de momentos de intimidad.
La intimidad por excelencia no puede ser pública, la intimidad por excelencia es silenciosa y en el silencio no hay nada que decir.
Espero que tus silencios sean más profundos que tus palabras, que tu privacidad sea más brillante que tu "vida pública".
Esta ventana ilumina un interior.
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